Alma nunca abría el buzón.
Jamás recibía correo. De hecho, ni recordaba cuándo recogió la última carta. Hasta el banco se había olvidado de ella, pero desde hacía unos días en su casillero aparecían mensajes incompresibles y sin remitente:
«No te olvides, pero NPVST*».
Los amigos
Con los primeros pensó que algún amigo le gastaba una broma. Pero preguntó a todos y ninguno sabía de qué hablaba.
Su inquietud crecía y el desasosiego se apoderaba de ella.
Agotada de tratar de descifrar el significado de los mensajes, decidió enviar una nota: «No te olvides. QSQE**».
*No puedo vivir sin ti
**Quiero saber quién eres