Casi no se podía creer que el tesoro que transportaban fuera de verdad. Brillaba con una luz que parecía proceder de otra galaxia y el repicar de las monedas en las carretas, aun con los baches del camino, era la música más dulce oída jamás. Una banda sonora de oro y plata que resonaba en los valles y las montañas de Extremadura.
La historia de ese tesoro era larga y complicada: había atravesado un océano entero, y en el puerto de Sevilla había comenzado su segundo gran viaje. El primero, en las minas de un mundo nuevo, el segundo, hacia la vieja Europa.
Pero, a diferencia de otros tesoros que solo conocían la prisa, este hizo una pausa. Los hombres que lo custodiaban eran de Extremadura y, como el Guadiana que llevaba su caudal hacia la desembocadura, ellos también tenían prisa por volver a su tierra. No venían con las manos vacías. Volvían con promesas cumplidas.

El tesoro no se movía como un río, sino más bien como un goteo. Cada cierto tiempo, una pequeña parte se desprendía de la caravana principal para quedarse en la tierra. Unas pocas onzas de oro, aquí. Unos cuantos doblones de plata, allá. Se quedaban en las manos de familias que habían soñado con esa riqueza, en las manos de los conquistadores que regresaban a casa, o se transformaban en ofrendas.
Así, poco a poco, los pueblos y las ciudades extremeñas se llenaron de un brillo diferente. Una luz dorada que no venía del sol, sino de las capillas de las iglesias. Se construyeron retablos, se adornaron altares, se levantaron nuevos muros que contaban la historia de un mundo lejano y de un regreso triunfal. El eco de las monedas de oro se transformó en piedra, en oro cincelado, en imágenes de santos que parecían mirar más allá del horizonte.

Así, Extremadura no fue solo un paso en el camino del tesoro, sino un lugar donde el oro del Nuevo Mundo se convirtió en un sueño tangible. Un sueño que se puede visitar y tocar, un brillo que perdura en el corazón de la tierra que vio nacer a los que un día soñaron con él.
2 comments
20/08/2025 at 15:23 —
Hola, me llamó la atención tu entrada. Acá en América siempre imaginamos el momento en el que los conquistadores tomaron el oro y la plata que había acá, pero curiosamente, no evocamos el cómo llegó a España, y qué hicieron con él. Imagino la sorpresa de la gente cuando veían todo aquello. Me imagino como dices que mucho de ese oro se convirtió en cosas bellas de nuevo, aunque creo que también financió guerras. En fin. Buena entrada. Saludos.
20/08/2025 at 17:25 —
Muchas gracias por tu aportación