Conversaciones con la psicóloga sobre mi ex


Como no había manera de olvidarla, fui a la psicóloga y, por 60 euros la hora, me habló agazapada tras su portátil. De los 600 euros que gasté traigo aquí extractos de sus reflexiones.


“Imagina que tu cerebro es un almacén lleno de cajas etiquetadas”. Empezó diciendo: “Hay una caja llamada ‘Recuerdos felices’ y otra llamada ‘Momentos mierdosos’. Pero, ¿adivina cuál es la más grande? Exacto, la caja de ‘¿Por Qué No Puedo Olvidarte?’. Es como si tu cerebro fuera un ratón de biblioteca obsesionado con ella”. El primer problema es que yo soy muy desordenado. Jamás he ordenado nada en cajas y, por supuesto, nunca hice etiquetas. Por tanto, los recuerdos felices y los mierdosos están todos revueltos.


Inasequible al desaliento, mi valiente psicóloga añadió:
“En la caja de ‘¿Por Qué No Puedo Olvidarte?’, hay fotos, cartas, abanicos y hasta un par de medias desparejadas. Y cada vez que intentas cerrar la caja, tu cerebro dice: ¡Espera! ¿Y si recordamos ese abrazo bajo la lluvia? ¿O aquel chiste malo que nos hizo reír hasta llorar?». El día bajo la lluvia acabó con un catarro de narices. Y del chiste mejor no hablar. La doña tiene un peculiar sentido del humor.

Y siguió

Además, tu cerebro tiene un GPS emocional que siempre te lleva al mismo lugar: «Ruta hacia el Recuerdo Feliz. No importa si estás en la ducha, en el Mercadona o en bicicleta, tu cerebro dice: «¡Atención! Gira a la derecha hacia el ‘¿Por Qué No Puedo Olvidarte?'». Y cuando intentas distraerte, tu cerebro se convierte en un agente de la TIA. «¿Qué está haciendo ahora? ¿Está viendo Netflix? ¿Ha cambiado su foto de perfil? ¡Necesito saberlo!».



Pero, ¿sabes qué? A veces, el corazón es como un niño pequeño que se niega a soltar su juguete favorito. «¡Mío! ¡Mío!», grita mientras se aferra a los recuerdos. Y tú, como un adulto responsable, intentas negociar: «Mira, corazón, podemos recordar, pero también podemos seguir adelante.
¿Qué tal si pensamos en gatitos o en el hombre del saco?”.

En resumen, no poder olvidar a tu ex es como intentar eliminar un tatuaje con una goma de borrar. Pero no te preocupes, amigo o amiga, el tiempo y la autocompasión son tus aliados. Y mientras tanto, sigue buscando nuevos recuerdos felices para llenar esa caja mental. Porque, al final del día, el amor es como una canción pegajosa: no puedes evitar tararearla una y otra vez.
Y 600 euros menos.

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