Esta mañana, al despertarme, he sentido la necesidad imperiosa y altruista de ser útil a mis vecinos. Las posibilidades son varias: una ONG para salvar los gorriones, dar clases de tenis para zurdos, un taller pictórico de abanicos decorados por una cara, un taller pictórico de abanicos pintados por la otra cara.
Al fin, ninguna de esas actividades me han resultado satisfactorias y, como aún no me había despertado del todo, le ha dado tiempo al Espíritu Santo a iluminarme con una nueva y genial idea: ser alcalde.
Precisamente en nada hay elecciones municipales. Es mi oportunidad. Pensé qué antecedentes políticos podrían avalar mi candidatura y encontré dos, cierto que un poco difusos, pero que para mi caso valen. Uno, mi abuelo. Fue alcalde del pueblo en la República, tan ecuánime, que los ciudadanos podían enterrarse en el cementerio civil o en el religioso con toda naturalidad. El otro antecedente, algo más cercano, fue mi prima Carmen, concejala, que, en las procesiones de Semana Santa, lucía la peineta como nadie.
Apoyado en esa tradición familiar y política, lo que me queda es desarrollar un programa de gobierno basado en ideas que mejoren la vida de mis vecinos. Ideas me sobran y si no, las tomo prestadas.
He hecho una lista de promesas electorales para someterlas a mis votantes. Hay que tener en cuenta que mi ciudad es pequeña y, por tanto, construir el metro o hacer un circuito de carreras no son ideas apropiadas.
Ideas
A continuación enumero algunas:
.-Autobuses gratis para quienes los usen. Los que no lo hagan tendrán descuento del 20%.
.-Fiesta de cumpleaños sufragada por el ayuntamiento para todos los vecinos que los cumplan una vez al año.
.-Recogida de basura a domicilio. Todos los días los empleados municipales recogerán la bolsa de basura en las viviendas. Si al entrar en la cocina estuvieran los platos sucios, serán fregados por el funcionario.
.-Sanidad pública. Todas las consultas se realizarán al aire libre.
Y, por último, no por ello menos importante, la construcción de un teleférico, que una el centro de la ciudad con el santuario de la patrona, a mayor gloria del alma inmortal.
La lista de promesas aumentará según las vaya robando de otros candidatos, pero de momento vale.
Al fin me levanté de la cama y busqué a mi mujer, que a la sazón pintaba un abanico por una cara. Me fio mucho de su opinión, así que le pregunté por mi idea con la esperanza de su apoyo.
Le mostré la lista de mis promesas electorales; alzó la mirada por encima de sus gafas de cerca, me apuntó con su pincel y me dijo: «Con estas propuestas si fueras de mi pueblo, ya te habrían puesto un mote». ¿Cuál, le pregunté. «El teleférico«, contestó.
Ahí terminó, antes de empezar, mi carrera para alcaldable. Yo creo que mi esposa me envidia; y no sé por qué sigue riéndose.
2 comments
16/04/2023 at 19:34 —
Sólo por el esfuerzo realizado en inventar tanta tontuna, cuentas con mi voto y además te voy a regalar una promesa para que se la hagas a tus electores: una semana de vacaciones pagadas a quien diga bien mi nombre
19/04/2023 at 22:57 —
¡Alcalde ,todos somos contingente, pero tú eres necesario!