Ignoro si es un método, una técnica, una costumbre, una moda o un rasgo genético de las personas humanas. Lo cierto y verdad es que engañarse a uno mismo es de las actividades más practicadas por niños y mayores. Más incluso que el runnig, el sexting, el selfie y el gilipollismo.

Un estudio de la Universidad de Kelvinator clasifica el autoengaño en varias tipologías que resumo aquí en cinco, de las más de setecientas que se describen en el opúsculo titulado Human behavior and foolishness since the first Century.

Los profesores de la Kelvinator describen el autoengaño como la forma más sencilla de no pagar deudas. Que debes 5 cuotas de hipoteca, entonces activas engañoselfie en tu cabeza y el mensaje es: «No pasa nada, anda que no hay gente debiendo dinero. Además los bancos son unos chorizos». El resultado es que el banco no se da por enterado y te manda la la puta calle.

Tu pareja te dice, tras 2 años de abstinencia sexual, que le hizo una promesa a San Tunelio para que nos tocara la lotería. Activas la parte del cerebro que se engaña, todo él, y te dices: «Es verdad, nos han tocado 32 euros en la Primitiva». Y no te sorprendes por la cantidad de guardias que hace tu mujer, sin tener en cuenta que trabaja de 8 a 3 en una gestoría.

Otra modalidad es la aplicada a los despidos en el trabajo. El jefe te llama a su despacho. Por el camino piensas que te va a subir el sueldo y la categoría. Un poco más frío piensas que no, que el sueldo no, pero seguro que la categoría sí. Llegas ante el jefe y te manda a la calle. No te lo puedes creer. Entonces te dice que eres un trabajador modelo, que vas a triunfar y que cuentan contigo en un futuro sin determinar. Y tu cabeza te la lía y te hace creer que es la oportunidad de tu vida para crecer y que si se cierra una puerta, se abre una ventana. De esto hace 2 años y ni una llamada del paro.

Están también los que hacen de la necesidad virtud. O lo que es lo mismo: te tomas un chupito de aguarrás y dices que a ti te gusta.

Es el caso del abuelo zarzabanillo. Aquel que tiene a su nieto insertado cual esqueje sin posibilidad de soltarlo. El abuelo se pasa el día de aquí para allá con el nieto pegado. Que si a la guardería, al médico, al parque… Hace de canguro, chacha, armario ropero…, cualquier cosa que le pidan su abuela y su madre; y en lugar de cabrearse, como corresponde, se hace un engañoselfie y le cuenta a todo el mundo que eso del nieto insertado a él le encanta, que disfruta muchísimo. Igualito que cuando se toma un chupito de aguarrás.

Por último, y para no destripar todo el informe de la Kelvinator University, citaré el modelo correr como pollo sin cabeza. Esta fórmula se utiliza desde hace siglos. Consiste en ir muy deprisa a ninguna parte. Se usa principalmente por las personas que si se quedan quietas entran en modo perplejo al enfrentase a su propia imagen. El perfil de estos individuos me recuerda mucho al mío: Gente que escribe y escribe para rellenar pantallas en blanco no sea que sin el ruido del teclado les dé por pensar.

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