La procrastinación es el arte de dejar para mañana lo que puedes hacer hoy. O pasado mañana. O la semana que viene. O nunca. Es una habilidad que muchos de nosotros dominamos a la perfección, y que nos permite disfrutar de la vida sin preocuparnos por las obligaciones, los plazos o las consecuencias. ¿Para qué hacer algo ahora si podemos hacerlo más tarde? ¿O mejor aún, si podemos evitarlo por completo?
La procrastinación tiene muchas ventajas. Por ejemplo, nos ahorra tiempo y esfuerzo, ya que no tenemos que dedicarnos a tareas aburridas, difíciles o desagradables. Nos permite dedicarnos a lo que realmente nos gusta, como ver series, jugar a videojuegos o dormir la siesta. Nos ayuda a ser más creativos, ya que buscamos excusas ingeniosas para justificar nuestra falta de acción. Y nos hace más felices, ya que evitamos el estrés, la ansiedad y la frustración que supone enfrentarnos a nuestros problemas.
Pero la procrastinación también tiene algunos inconvenientes. Por ejemplo, nos hace perder oportunidades, ya que dejamos pasar el momento adecuado para hacer algo que nos podría beneficiar. Nos genera culpa, ya que sabemos que estamos incumpliendo nuestros compromisos y decepcionando a los demás. Nos reduce la autoestima, ya que nos sentimos incapaces de controlar nuestra voluntad y de alcanzar nuestras metas. Y nos crea más problemas, ya que al final tenemos que hacer las cosas con prisas, con errores o con malas consecuencias.
Así que la próxima vez que te sientas tentado a procrastinar, piensa bien si vale la pena. Tal vez podrías hacer un pequeño esfuerzo y empezar a hacer lo que tienes que hacer. O tal vez podrías seguir procrastinando y disfrutar del momento. Al fin y al cabo, mañana será otro día. O pasado mañana. O la semana que viene. O nunca.