Más allá del bolsillo y la bragueta: el miedo como motor universal

San José María Escrivá de Balaguer y Albás, fundador del Opus y rey de los aforismos, sentenció que los pecados del hombre están en el espacio que hay entre el bolsillo y la bragueta, según esto, las mujeres no pecan.

Esta mañana me he despertado con esa imagen en la cabeza. Será el calor. El caso es que he pensado que en esa distancia están contenidos todos los males del mundo. Es como esos tramos de concentración de accidentes en las carreteras, lugares en los que se te pide que te des una leche con el coche y no lo hagas sin ton ni son en sitios que no están señalados a tal fin. Así que se puede deducir que los aproximadamente veinte centímetros entre bolsillo y bragueta mueven el mundo. O no, porque yo creo que al mundo lo mueve el miedo. Piensa. Por el miedo al ridículo no te pones la camisa hawaiana, no hay guerras nucleares, no te divorcias, no te casas. Por miedo no mandas al carajo al patán de tu jefe.

cara de miedo

Dice mi amigo Diego que le da miedo ir al médico porque seguro que le encuentra algo malo. Luis lleva años detrás de Jacinta si atreverse a pedirle que vivan juntos. Tiene miedo a que le diga que sí.

Lista infinita

La lista de todo lo que mueve el miedo da miedo. Es infinita. Pero claro, siempre habrá alguien que dirá que no, que el miedo no es el motor del mundo, que es el amor, incluso la bondad. Me he puesto a buscar hechos históricos motivados por el amor y me cuesta encontrarlos. Adán y Eva, por ejemplo. Mucho amor, mucho amor y al final los echan del Paraíso y por ahí andan cagaditos de miedo y sin encontrar piso. El Imperio Romano, todo él una orgía amorosa, muerto del miedo que le daban los Hunos y los otros. Colón, empeñado en amar a las indias de la India, que se fue al otro mundo sin saber que aquello no eran la India sino la Cuba de Fidel. Nadie le dijo nada por miedo a la mala leche del ‘Almirante de la mar Oceana‘.

Que sé yo. Me cuesta admitir que un sentimiento tan negativo sea el motor del mundo; pero sí, está palmariamente demostrado. Así que vuelvo a corregir a San José María Escrivá de Balaguer y Albás: los pecados no están en la espacio entre el bolsillo y la bragueta. En ese tramo lo que está instalado es el miedo, miedo que te vean la mancha de pis producto de la incontinencia.

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