«Mi gata es tan amable que me deja vivir con ella. Es una verdadera bendición tenerla en mi vida. Me encanta cómo me mira con esos ojos fríos y calculadores, como si estuviera planeando algo malvado, como mi mujer. Me encanta cómo se me acerca cuando quiere algo, como mi mujer, cual si fuera una reina y yo su súbdito.
A veces me pregunto si mi gata está tratando de enseñarme algo. Tal vez está tratando de enseñarme a ser más independiente, a no depender tanto de los demás. O tal vez está tratando de enseñarme a ser más astuto, a planear mis movimientos con anticipación.
Pero enseguida me doy cuenta de que mi gata no está tratando de enseñarme nada, simplemente está disfrutando de su vida como reina del mundo , mientras yo hago todo el trabajo sucio. Ella sabe que puede contar conmigo para alimentarla, acariciarla y limpiar su arenero.
Y yo estoy feliz de hacerlo, porque sé que nunca encontraré una compañera más leal y amorosa que mi gata. Ella es la mejor amiga que cualquier persona podría pedir, siempre y cuando le des lo que quiere. Como mi mujer.
Mi gata y mi mujer se llaman igual: Carmen. ¡Aún no sé por qué !