Médicos en la familia

Cromo de mi álbum Vida y color

Alguien le preguntó a mi padre por sus hijos y él, orgulloso, contestó: «Tengo dos hijos médicos y el chico». El chico soy yo y juro que la descripción que hizo mi padre no me dejó traumatizado para toda la vida. Mi psicóloga dice que sí, pero mi psicóloga no conoció a mi padre.

Salvada la cuestión traumática, quiero contar para qué sirven los hermanos, primos, sobrinos médicos en la familia. Para nada. O mejor, para nada bueno. Algunos ejemplos:

Mientras son estudiantes, llenan la casa de huesos amarillentos que yo encontraba en un cajón. Que si una tibia, que si un peroné, que si un cráneo con cuatro dientes. Una vez apareció en casa la calavera de conejo con todos sus huesos escritos cual mapamundi de escuela. Ignoro si los médicos estudian conejos.

Huesos

Esqueleto (Wikipedia)

Inundan la casa de librotes pesadísimos para darse importancia, supongo. Como consecuencia de la inflación libresca te pones a curiosear sus páginas. El resultado de la curiosidad no puede ser peor. Acabas teniendo todos los síntomas que lees en los puñeteros manuales.

Merece la pena contar una enfermedad que descubrí en esos libros y que pensé que yo padecía. El caso es que un día, mirando lo santos de aquellos manuales, me llamó la atención una fotografía en la que se veía un hombre, por la apariencia hindú, que usaba sus testículos como atril para escribir. Tenía unos huevos del tamaño de sendas sandías de regadío. Inmediatamente miré los míos y me pareció ver que diferían en tamaño uno del otro. El susto me dejó blanco y estuve semanas vigilando mis partes. Afortunadamente, todo quedó en falsa alarma.

Bien. Llega el día en que los dos hijos son médicos y el chico sigue siendo el chico. Los años pasan y de vez en cuando tienes alguna consulta médica que hacer. Y, ¿a quién vas a consultar? A tus hermanos. Hermano, me duele aquí. Eso no es nada. Hermana, me he saltado un ojo. Ponte manzanilla. Hermano, tengo un bultito. Trae el cuchillo que lo quitemos.

Al final intentas estar lo más sano que puedes con tal de no sufrir los fraternales diagnósticos.

Para ellos nunca tienes nada. ¡Menos mal que no soy el hindú del atril!.

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4 comments

  1. MARIA Martinez
    20/02/2023 at 16:22 — Responder

    Buenísimo, me encanta

  2. Mari Carmen Sancho Acosta
    20/02/2023 at 23:26 — Responder

    Es verdad; salvo que estés a punto de entregar la cuchara, ni caso. Ya se dice que “ en casa del herrero…

  3. Francisco Elviro
    21/02/2023 at 22:50 — Responder

    Fraternal diagnóstico. Excelente composición , ahora me explico muchas cosas

  4. Eduardo Hidalgo
    22/02/2023 at 17:32 — Responder

    No estoy muy seguro de que, como dice tu psicóloga, el tener dos hermanos médicos no te haya traumatizado aunque sea mínimamente tu vida. Por de pronto y gracias a nuestros librotes pesadísimos, pudiste asombrarte algo tarde eso sí, de tener tus testículos de diferente tamaño.
    Y en cuanto a “sufrir” los fraternales diagnósticos qué te voy a decir, las cosas son como son. Hoy en día, con tanta huelga sanitaria, tantas discusiones sobre la asistencia primaria, listas de espera,etc, el poder disponer de un médico a tu disposición 24 horas sin que te cueste nada y para que te diagnostique “fraternalmente” lo que padeces, NO TIENE PRECIO.

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