¡Vade nietos, Satanás!
Según avanza la vida, tus orgullos van cambiando de persona. Probablemente al principio estés orgulloso de tus padres, eso suele durar poco. Con el tiempo te sientes orgulloso de tus hijos, eso suele durar un poco más. Y al final llegan los nietos y con ellos el orgullo al paroxismo.
Vaya por delante que yo no los tengo y por tanto no sufro en mis carnes la abducción nietera de los abuelos que me rodean. Eso sí, todos dan por inevitable que mi distancia al nieto se esfumará cuando tenga el primero.
Mi amiga Rosa explica a los cuatro vientos la suerte de tener cuatro nietos, ¡los más listos y guapos del mundo mundial! Sí, claro, son tan increíbles que estoy seguro de que la NASA está a punto de enviar una expedición para estudiar su genialidad y belleza. Después de todo, no cualquiera puede presumir de tener nietos que eclipsan a Einstein y Brad Pitt combinados, ¿verdad?
El nieto mayor, Parsifal, es tan inteligente que ya ha descubierto la cura para el resfriado común, pero, por alguna razón, lo mantiene en secreto. Supongo que quiere tenernos a todos en suspenso. Además de listo es guapo, alto, juega al tenis y hace madalenas.
Luego está India, la nieta, que es tan lista que ha diseñado un plan para resolver todos los problemas del mundo. No puedo evitar preguntarme por qué no la han nombrado presidenta de la ONU aún. Con 7 años tiene una carácter imperial, dirige a su madre y hace los deberes del hermano mayor.
Quino, el siguiente en la lista, es un prodigio deportivo. Ha ganado tantas medallas de oro que podría abrir su propia tienda de empeño de metales preciosos. Pero, claro, no cualquiera puede entender las reglas de sus juegos, que cambian constantemente para asegurarse de que siempre gane. Y su belleza, bueno, es tan espectacular que los modelos de revista se sienten inseguros a su lado.
Finalmente, tenemos a Sofía, la artista. Sus obras de arte son tan abstractas que nadie sabe realmente qué están representando, pero eso es lo que la hace genial, ¿verdad? Y su belleza, oh, su belleza podría eclipsar incluso a las estrellas en el cielo.
Claro, si aplicamos una regla de tres, creo que eso ya no existe, las virtudes de los nietos de mi amiga Rosa se deben aplicar a todos los nietos del mundo, lo cual hace inexplicable la existencia de cazurros, melones y tontos del haba.
Creo que voy a iniciar una campaña para encontrar abuelos cuyos nietos sean sólo normalitos, porque, ¡alguien tendrá que mover el mundo entre tanta eminencia!