¡No me queda más remedio!

La tercera acepción de mártir en el diccionario es: «Persona que se sacrifica en el cumplimiento de sus obligaciones». Ninguna definición ha descrito, sin embargo, otra forma de martirio: el automartirio o, en extenso, «persona que se sacrifica vaya usted a saber por qué».

A petición de mi editor resumiré aquí, en 400 palabras, las 2.300 páginas de mi estudio History of Martyr’s Behavior, en las que describo los comportamientos mártires más extendidos.

Las personas que se sacrifican, vaya a saber por qué, son presas del destino. Sus acciones vienen marcadas por fuerzas incomprensibles que las llevan a actuar contra su voluntad, pero siempre con resignación.

Su lenguaje se conforma con frases exclamativoresignantes del tipo: ¡Y qué le voy a hacer!. ¡No me queda más remedio!. ¡Cómo quieres que lo deje así!. O ¡alguien tenía que hacerlo!. ¡Es que me necesitan…!.

La «persona que se sacrifica vaya usted a saber por qué», en adelante PQSP, lo hacen de manera altruista; no pretenden cobro alguno. Su satisfacción consiste en el pesar que les causa llevar a cabo las obligaciones que nadie les impuso. También les ayuda tu compasión por su martirio, aunque si no la sientes, todavía mejor.

En aras a la concisión voy a circunscribirme a las PQSP del ámbito familiar.

Las madres suelen ser buenos ejemplos de automartirio. Por ejemplo, al niño de 20 añitos le da por volver a casa al día siguiente. Y la madre se pasa la noche de vigilia al lado de una merluza a la romana para cuando llegue la criatura, porque «¡sabe Dios qué habrá comido por ahí!». Si el padre pregunta por qué no deja que el niño se fría los huevos, ella contestará: «¡Y qué le voy a hacer!».

La niña, 38 años y 2 hijos, llama a sus padres para pedirles que se queden con los nietos el fin de semana porque ella y su marido van a un curso de origami a Tordesillas. El abuelo se cabrea porque él tiene previsto hacer un curso de Kintsugi el sábado. Resignado, anula el compromiso con el argumento de «¡es que me necesitan!».

A tía Carmen le dijeron una mañana que llevara a la niña a la guardería. Mártir, como era, la llevó ese día y al otro. La llevó toda la Primaria, la Secundaria, la superior y la universitaria. Hizo de madrina en la boda y acogió a los gemelos de la sobrina. Ahora los lleva a la misma guardería. Cuando le preguntan qué pasó contesta con resignación: «¡Alguien tenía que hacerlo!».

En la History of Martyr’s Behavior encontrarán una gran cantidad de ejemplos que ilustran las tesis aquí expuestas. Probablemente, ustedes tendrán experiencias al respecto.

Me gustaría haber transcrito más ejemplos para su conocimiento, pero tengo que acabar aquí. Mi hijo me ha dejado el perro para que se lo cuide dos meses mientras él se va de viaje a las islas Fidji a meditar y…»¡no me queda más remedio!»:

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1 comment

  1. Nuria de Espinosa
    25/05/2024 at 17:38 — Responder

    Jajajaja. Creo que el mundo está lleno de mártires. Un abrazo

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