Susceptibles

Los susceptibles son esas criaturas delicadas que habitan entre nosotros, siempre al acecho de cualquier comentario inofensivo que puedan convertir en un drama digno de culebrón . Ser susceptible es casi un superpoder. Mientras el resto de la humanidad podemos pasar el día sin preocuparnos por cada palabra dicha, ellos tienen la capacidad asombrosa de encontrar ofensas ocultas donde nadie más ve nada. Son los James Bond de los malentendidos.

Por ejemplo, puedes estar en una conversación casual con un amigo susceptible y decir algo tan inocente como: “Me gusta tu camisa, es diferente.” ¡Error fatal! Lo que para ti era un halago, para él es un ataque frontal. Te mira con ojos entrecerrados y pregunta con suspicacia: “¿Diferente? ¿Diferente cómo? ¿Es fea, verdad? Sabía que no debía ponérmela hoy.” Y ahí estás tú, tratando de deshacer el entuerto, como si hubieras disparado una bomba de susceptibilidad sin darte cuenta.

Los susceptibles son esas criaturas

El mayor problema es que los susceptibles son expertos en transformar conversaciones inofensivas en pequeños dramas teatrales. Les dices “¡Qué buen día hace hoy!” y su respuesta puede ser algo como: “Ah, claro, como si dijeras que normalmente mi vida es gris y triste. Qué insensible.” En ese momento ya sabes que has cruzado un umbral del que no hay vuelta atrás. Da igual lo que digas, el daño está hecho.

redes

En redes sociales, los susceptibles son los verdaderos Geos de las ofensas. Publicas una foto de un plato de macarrones y de repente tienes a alguien ofendido porque no mencionaste la existencia de los veganos. Otro se molesta porque “¿cómo puedes comer carbohidratos en pleno siglo XXI?” Y cuando tratas de explicar que solo es una foto de tu comida, ya es demasiado tarde. El foro de comentarios es la franja de Gaza.

Lo mejor es que los susceptibles suelen ser maestras en lanzar indirectas. Ellos pueden hacer comentarios como “algunos deberían aprender a vestirse mejor”, pero si te atreves a sugerir que tal vez se refiere a ti, dirán: “¡Uy! Qué susceptible eres, ¿eh?” Es como si vivieran en un universo paralelo donde solo ellos tienen derecho a sentirse atacados.

Así que, si conoces a alguien susceptible, te recomiendo andar con pies de plomo y un diccionario de eufemismos bajo el brazo. Pero, date por muerto, tarde o temprano acabarás pisando un charco de susceptibilidad. Solo queda reírse, porque si no lo haces… probablemente se ofendan.

PD. Este texto está dedicado a ti. No te mosquees, o sí, si eres susceptible.

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