Poner nombre a los hijos, o el arte de joderles la vida

Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno María de los Remedios Cipriano de la Santísima Trinidad Mártir Patricio Clito Ruiz y Picasso (Pablo Picasso).

Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto (Pablo Neruda).

Si has llegado leyendo hasta aquí, voy a explicar por qué deberían prohibir a los padres poner nombre a sus vástagos y vástagas.

En una reunión de amigos, mi amiga Chari opinaba que hay gente que les pone a sus hijos unos nombrecitos que «pa qué queremos más». Contó que una conocida tenía por casa a un León, una Selva y un Lobo. Que lo de la niña Selva pase, pero que León y Lobo… ¡dónde se ha visto cosa igual!.

La disputa arrancó con fuerza entre los partidarios del derecho a la libertad de joderle la vida a tu hijo con un nombre precioso y los que opinábamos que había que tener cuidado con ponerle a tu hija de nombre Anfetamina, porque seguro que alguien se la acabaría esnifando, a la hija, digo.

Por un lado, los liberales que sugerían Adara, Chiara, Jade, Abril, Semíramis, Alexa, Basma, Elna… Los niños: Adam, Agus, Amir Dylan, Izan, Ohian, Nil, Enriq…

Por otro lado, los clásicos: Francisco, Felipe, Rafael, Julio, Manuel… María, Carmen, Lucía Margarita…

Así las cosas, la opinión predominante era que un nombre no puede ser un capricho y que el legislador debería tomar medidas para que fueran los hijos, y no los padres, quienes decidieran cómo llamarse. Por ejemplo, a los 14 años ya puedes cambiar de sexo, momento idóneo para hacerlo con el nombre y pasar de Jade a Ónice, o a lo que sea.

No quedó claro cuántas veces se podría cambiar, y sí que el coste iba a ser alto. Imagina el lío del cartero con un nombre distinto en el buzón cada año.

Cuando volvíamos a casa le dije a mi mujer: «Carmen, ¿tu sabes mi nombre?». Ella me lanzó esas miradas de ojos verdes y contestó: «Julio, hijo, lo tuyo no tiene remedio».

Seguimos andando y me armé de valor: «Me llamo Julio Jorge María de Todos los Santos de la Santísima Trinidad y del Padre Damián».

Se echó a reír y me soltó: «Mira, podías haber sido Picasso o Neruda, y te has quedado en Pepógrafo».

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5 comments

  1. Francusco
    09/10/2023 at 23:04 — Responder

    Yo tengo un amigo que a su Loba le llama Yolanda

    1. admin
      09/10/2023 at 23:15 — Responder

      Y una cabra josefina

  2. Lapata
    10/10/2023 at 06:17 — Responder

    Aún lo recuerdo, jamas había escuchado un nombre tan largo, yo pensé que debía de ser de la realeza o tendría un Tio que fuera poe lo menos obispo, o quizás entre tías , abuelas, y madrinas no acababan de ponerse de acuerdo y dijeron posss todos a la vez, menos mal que uno se presenta con el primer nombre y a lo sumo con el segundo,. Te imaginas la cantidad del tiempo perdido y por consiguiente susto el decir nombre completo.?
    Por cierto rápidamente supe que no era de la nobleza, cuando me dijo sus apellidos.

    1. admin
      10/10/2023 at 06:24 — Responder

      Juaaaaa

  3. finil
    12/05/2025 at 07:39 — Responder

    Buenas Pepógrafo!!
    Doy fe. Hay gente que elige los nombres de los hijos como si estuvieran bautizando un reptil exótico, como el de la jungla por ejemplo.
    En fin, que cada quien arruine la infancia de sus hijos como mejor le parezca. Luego, que no esperen encontrar una taza con sus nombres en la tienda!
    Saludos!! Cuanto tiempo sin leerte amigo

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