Mi psicóloga me ha dicho que ahora estoy más tonto que cuando empecé la terapia. Bueno, me lo dice con términos profesionales, pero al fin es tonto.
Y le he preguntado: «¿Qué tengo que hacer?». Me mira sonriente y contesta: «Si yo respondiera a esa pregunta, no sería psicóloga; sería panadera».
Pues sí, resulta que el panadero, el frutero, tu amiga Pepa, tienen solución para todos los problemas de la vida de los demás, por supuesto, para la mía.
Yo mismo, en más de una ocasión, pontifico sobre esto y aquello, y veo con meridiana claridad lo que el afectado por el problema es incapaz de solucionar. Cualquier asunto, por grave que sea, tiene un panadero para arreglarlo. Por ejemplo: a tu pareja le duele una rodilla; se queja amargamente de las molestias al andar. Solución de panadero: no andes.
José Luis no llega a final de mes con el sueldo que gana. Solución de panadero: cambia de trabajo.
Carmen está enamorada de un tipo más complicado que el cubo de Rubik. Solución de pandero: déjalo y vete con Fran, que es medio bobo y tiene perras.
A tu hijo le da por todo menos por estudiar. Solución de panadero: ponlo a trabajar en la obra.
De manera que la lista de soluciones puede ser tan grande como una tahona y, sin embargo, cuando tú eres el panadero que tiene que aconsejarte a ti mismo, no das una.
Esa ya es harina de otro costal.
1 comments
29/04/2024 at 11:13 —
Depende de la panadera.