Redes sociales: cuatro Padrenuestros y dos Avemarías

Las redes sociales, ese laberinto digital donde los mortales deambulan en busca de autoafirmación y entretenimiento. ¿Quién necesita una vida real cuando puedes sumergirte en el mundo de filtros, hashtags y selfies?: Pues voy a desahogarme sobre esta maravilla moderna.

Primer Padrenuestro: el efecto narcisista

En el confesionario, un joven con la mirada fija en el móvil. Sus dedos se deslizan como araña hambrientas por la pantalla. Cada «me gusta» es una dosis de dopamina. Cada comentario, una caricia virtual en su ego. El espejo de la vanidad refleja su rostro iluminado por la luz azul. ¿Quién necesita amigos cuando puedes tener seguidores?. La soledad se diluye en un mar de emojis y corazones.

Segundo Padrenuestro: el drama digital

Los conflictos se desarrollan en los comentarios. Las palabras se convierten en espadas digitales. Los teclados arden furiosos. ¿Quién necesita una discusión civilizada cuando puedes insultar a alguien con un gif animado?. Las redes sociales son el campo de batalla perfecto para dramas épicos: amistades rotas, parejas despechadas, ahora te bloqueo, ahora te ignoro. Familias divididas por un meme político. ¡De puta madre!.

Tercer Padre Nuestro: la ilusión de la conexión

El personal se siente conectado, pero solo en la superficie. Los amigos virtuales son como pompas de jabón: brillantes y efímeras. Las conversaciones se reducen a emojis y abreviaturas con una pizca de impostura. ¿Para qué profundizar si puedes enviar un gif de un gato bailando?. La soledad se disfrace de comunidad y todos a aplaudir.

Cuarto Padrenuestro: El espejismo de la fama

Los influencers son los nuevos dioses. Sus fieles los adoran, les ofrecen sacrificios de «me gusta» y comparten sus publicaciones como reliquias. ¿Quién necesita talento cuando puedes ser famoso por tus selfies?, más famoso si te matas en uno de ellos. La fama se mide en seguidores y la autoestima en retweets. ¡Vanidad de vanidades!.

Primera Avemaría: el despertar

Y un día, el joven levanta la vista de su teléfono y ve el mundo real: árboles, gente, nubes. Se da cuenta que la vida no tiene píxeles, que existen los abrazos cálidos, las lágrimas como puños y la risa. Decide desconectar y mirar a los ojos a alguien sin filtros.

Segunda Avemaría: y con esta termino el sermón

Las redes sociales son como un buffet de comida basura: deliciosas y vacías. Así, que de vez en cuando, apaga el teléfono, mira alrededor y recuerda que el mundo esta ahí, no aquí. ¡Ah!, no te olvides de darme «me gusta».

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2 comments

  1. Davinia
    14/03/2024 at 08:02 — Responder

    Las redes sociales son imprescindibles hoy en día para muchos.Otros las consideran peligrosas y hasta inútiles.
    Si no se manejan bien y con algo de inteligencia y prudencia pueden llevarnos a formar parte de un mismo saco.

  2. María Guadalupe Berrocal
    14/03/2024 at 11:07 — Responder

    Evidentemente, la tecnología tiene esos riesgos.
    Bajo mi humilde opinión, creo que, la clave está en encontrar y saber usar el equilibrio.
    Quizás no todo sea verdad, pero quizás, no todo sea faltar a ella. Quizás!!!!
    De cualquier manera, muy interesante lo leído.

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