Mi padre era carpintero, como San José. De San José no se conoce ningún mueble digno de mención, ni siquiera consta que fuera hábil con el torno o maestro con la gubia. De mi padre, sin embargo, quedan muestras de sus trabajos en muchos lugares. Piezas únicas; como un reloj de madera, que funciona, y del que dejo la prueba gráfica aquí.
Era un hombre de pocas palabras en casa y muchas fuera de ella. Sería por la censura de su señora esposa, mi madre, digo yo.
Aquel hombre que puedo ser Carlos Gardel, por su voz profunda; Clark Gable, por sus orejas; Rodolfo Valentino, por sus patillas o el mismísimo Dalí por su ojos grises, decidió renunciar a todo eso, se hizo carpintero y se casó con mi madre, pero eso es para otro post.
De san José no se conoce palabra y de mi padre tampoco muchas. Algún no a mis peticiones de «papa me dejas el coche» o algún toma hijo, mientras me daba un silbato de hojalata, su forma de no tener que mostrarme su cariño con palabras.
Alguna vez me pregunté cuál sería la razón de sus silencios y creo que la encontré en una fotografía dedicada que le propinó su novia, luego su mujer, y luego mi madre, allá por los años 30.
La secuencia es la siguiente: él le manda a su novia una foto con elegancia y sombrero en la que escribe: «A mi único amor con todo cariño, tu Edu«. Y ella, su futura esposa, le contesta con otra fotografía en la que mira al infinito y le dedica: «Con cariño desinteresado de tu Elita«.
Normal. Si alguien dice que te profesa un cariño desinteresado, es como para quedarse frío y mudo. Supongo que hace falta más de una vida para entender eso; y entiendo que pensar en ello todos los días, acabase con las ganas de hablar de cualquiera.
No sé si mi conclusión es real porque, naturalmente, mi padre nunca me lo contó.
7 comments
29/01/2023 at 20:04 —
Bonita historia la que nos cuentas de unos protagonistas que me resultan muy conocidos, Edu, un hombre de pocas palabras, muy pocas diría yo y Elita que más que palabras, en algunos momentos es como si estuviera dictando sentencias. El muy habilidoso con las manos en su trabajo, un auténtico artesano, un ebanista más qué carpintero y ella una auténtica Señora de su casa. No me he olvidado de ellos.
31/01/2023 at 21:15 —
de momento es la historia que más me gusta
29/04/2024 at 08:14 —
En la vida real, un amor maduro exige un delicado equilibrio entre dar y recibir, porque todo aquello que no es mutuo, resulta ser tóxico.
Discúlpame vida por mi desorden desinteresado, no espero nunca tu visita, gracias por venir.
29/04/2024 at 08:38 —
Carajo!