Cuatro destinos cercanos a Cáceres para pasar Semana Santa
Hay muchos destinos cercanos a Cáceres que son perfectos para pasar Semana Santa. Aquí te describo cuatro de ellos:
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Seguir leyendo →Todavía más, quiero decir. Este deseo me ha surgido desde el momento en el que comprendí que los imbéciles viven más y mejor, además son muchísimos y les resbala todo aquello que les cae sobre el enjabonado paraguas de su indiferencia.
Seguir leyendo →La segunda acepción de manía dice que es: Costumbre o comportamiento raro o preocupación injustificada.
«Tiene manías bastante raras. Duerme con dos despertadores en la mesita de noche para poder tirar uno al suelo cuando suenan».
Seguir leyendo →¿Te ha pasado alguna vez que le cuentas a alguien un problema y el otro te contesta que lo suyo sí que es importante? A mí me sucede todo el tiempo. Es como si mi vida fuera una broma insustancial y la suya una tragedia griega como mínimo.
Seguir leyendo →Las redes sociales, ese laberinto digital donde los mortales deambulan en busca de autoafirmación y entretenimiento. ¿Quién necesita una vida real cuando puedes sumergirte en el mundo de filtros, hashtags y selfies?: Pues voy a desahogarme sobre esta maravilla moderna.
Seguir leyendo →Extremadura es arte y ejemplo. Vetones, romanos, visigodos, musulmanes… dejaron su impronta en construcciones y, muchas de ellas, perduran en el tiempo y constituyen un reflejo de ese pasado esplendoroso que conforma el perfil de una región cuyo patrimonio la hace poseedora de innumerables títulos nacionales e internacionales.
Seguir leyendo →Ignoro si es un método, una técnica, una costumbre, una moda o un rasgo genético de las personas humanas. Lo cierto y verdad es que engañarse a uno mismo es de las actividades más practicadas por niños y mayores. Más incluso que el runnig, el sexting, el selfie y el gilipollismo.
Seguir leyendo →El caso Koldo es una de esas historias que te hacen reír y llorar al mismo tiempo.
Se trata de una trama de corrupción que involucra a un exasesor del exministro Ábalos, a unos empresarios sin escrúpulos y a unas mascarillas que valían más que el oro.
Ayer, entre cerveza y cerveza, mi amigo Paco, hombre de rotundas ideas y piernas rotundas, se vino arriba y despotricó contra la, para él, nefasta moda de llamar al abuelo yeyo, al tío tito y a la abuela abueli.
“Vamos, que mi sobrina me llama tito, y la mato. ¡Soy tío Francisco, coño!”. Le soltó al pobre Benedicto, quien había contando como su nieto le gritaba: ¡Yeyo, yeyo!