Hacía años que nadaba, pero pocos meses desde que había creado una realidad paralela. En ella, su vida era perfecta. Ella era excelente. El dolor no existía, ni la opresión, ni la injusticia, ni inconvenientes, ni impedimentos. En esa existencia, ella era lista, era bonita, era valiente.
Valentía
El adjetivo cobarde había desaparecido de su vocabulario porque se enfrentaba a cualquier obstáculo con decisión y valentía. Resultaba sublime vivir en ese mundo magnífico, en el que ella no era ella.
Tan feliz se sentía que cada día dedicaba más horas a esa ensoñación acuática deseando prolongar esos momentos extraordinarios.
Llegó a soñar con unas grandes y espléndidas branquias, que le permitieran pasar más tiempo bajo el agua y perpetuar su estado acuoso. También deseó unas aletas para mejorar su locomoción y su equilibrio, y una cola que le impulsara al nadar.
Alucinación
Pero, esa ilusión, a veces alucinación, concluía en el momento que su piel arrugada, su vello de punta y su tiritona le recordaban la urgencia de salir del agua. Mediante gestos, la socorrista la alzaba con la grúa hidráulica y la sentaba en su silla de ruedas.
De nuevo, volvía a ser la mujer pusilánime, miedosa y apocada de siempre; regresaban los dolores, los terrores, la cortedad y la incapacidad para enfrentarse a su vida. Ya no era lista, ya no era bonita, ya no era valiente.
2 comments
22/04/2024 at 16:57 —
Seguía siendo humana, con todo lo que eso conlleva.
30/04/2024 at 18:41 —
BRUTAL