Almudena Villar Novillo
¿Por qué siempre hago lo mismo? ¿Por qué soy tan irreflexivo e impulsivo? ¿Siempre he de hacer lo contrario? Llevan días advirtiendo que la nevada será histórica, que la bajada de temperatura insoportable, que no salgamos de casa y a mí, que llevo meses sin moverme del piso, me entran unas irrefrenables ganas de coger el coche y lanzarme a la carretera.
Y aquí estoy. En medio de la nada, sin poder moverme. Dentro del vehículo, sin comida, sin agua y sin ropa de abrigo. Hasta he olvidado el móvil. Menos mal que la calefacción funciona y el depósito está lleno.
Ya no veo la carretera. He perdido la noción del tiempo. No sé desde cuándo estoy aquí. La nieve lo cubre todo, los limpiaparabrisas se han parado. Ya no dan abasto. Estoy sepultado. Mi coche se ha convertido en un iglú. Tengo que salir para evitar que el tubo de escape se llene de nieve, pero trato de abrir la puerta y está atascada. Si no lo consigo, desconectaré el motor. No puedo permitir que los gases pasen al interior, pero sin la climatización, moriré de frío.
Empiezo a sentir que es el final. Quiero dormir. Me siento muy cansado; el sueño me vence y los ojos se me cierran. Creo que el desenlace ha llegado. No me resisto. Al menos, descansaré.
¡Eh, eh, qué pasa! ¿Quién aporrea mi ventanilla? ¿Ya he llegado al cielo o al infierno? ¿Qué hace un guardia civil en el cielo/infierno? ¿Qué trata de decirme?. No le entiendo. Voy a bajar la ventanilla. Parece que me pregunta si me encuentro bien.
—¿Estoy muerto?
— No se preocupe, le vamos a sacar de aquí. Ya vienen mis compañeros para ayudarme y llevarle al hospital. Ha tenido suerte. Nos íbamos sin usted.
1 comment
24/02/2023 at 22:48 —
Quizás el Sargento Julio?