«Nieto, hay cosas que yo no tenía que haber conocido»
Mi amigo Luis Marcos profesaba un amor/admiración por su abuelo el coronel Vaz.
Read more →Mi amigo Luis Marcos profesaba un amor/admiración por su abuelo el coronel Vaz.
Read more →Mogarraz es un encantador pueblo ubicado en la comarca de Sierra de Francia, en la provincia de Salamanca. Este lugar se conoce especialmente por un proyecto artístico único que adorna sus calles: las fachadas de las casas exhiben fotografías en blanco y negro de sus habitantes, creando una atmósfera nostálgica y profundamente humana.
Read more →Tu recuerdo es como visitar una tumba vacía, un agujero frío y negro en el que ya no quedan ni los restos de la vida muerta. Tan oscuro que se tragó toda la luz de mi memoria, incapaz de verte, solo te intuye en el recuerdo convertido en espacio oscuro que alguna vez llenaron de luz tus ojos verdes.
Hay ocasiones en las que nos quejamos sin mucho sentido: «¡Vaya mañanita. Yo pierdo las llaves y a ti se te muere el padre!».
Read more →La Casera, del Colaco ya escribiré cualquier día, estuvo presente en mi vida y en la vida de mi familia muchos años.
Dio de beber, y de comer, a generaciones de los míos y la botella transparente formó parte de la iconografía de mi infancia.
No sé cómo, ese agua gasificada y edulcorada, cuyas burbujas salpicaban la nariz al beberla, se convirtió en parte fundamental de la dieta de media España. La otra media bebía sifón, todavía más incomprensible.
En mi casa, mi madre, economista por la Universidad de Kelvinator que se regía por la austeridad y el ahorro en el consumo, La Casera estaba fuera de la norma. Íbamos a botella por día. Se bebía como si cualquier cosa.
Todos los mediodías, al llegar del colegio, me mandaban por una botella al bar Sanz. Como único pago me quedaba los cromos de futbolistas, que venían dentro de un capuchón de papel, envoltorio del sofisticado tapón de la botella. ¡Maldita la gracia! A mí no me gusta el fútbol.
Mi paladar unió las alineaciones del Madrid, Atlético, Osasuna, Sevilla y hasta del Alcoyano con las burbujas azucaradas de la gaseosa.
Pero si en mi casa se consumía, en la de mi abuelo se vivía de ella. Era distribuidor de la marca y tenía el colmo de la sofisticación: casera blanca, de limón y negra.
Lo que yo no sabía entonces es que la botella de La Casera, sin mediar provocación alguna, iba a traicionarme de aquella manera.
La estación de ferrocarril de Atocha significaba para mí la mitad del camino entre Pamplona y Badajoz.
Tras siete horas de viaje en el Ter, llegabas a Madrid Atocha, de donde partía el expreso de medianoche, como en la película, que a la mañana siguiente te dejaría en la estación de destino pintado de carbonilla.
Aquella estación era vapor, calor, ruido, silbidos, relojes verdes, maleteros, visitadores golpeando las ruedas de los vagones con largos martillos para conocer su estado, guardafrenos, mozos de equipajes… ¡Viajeros al tren!.
Y mi padre, delante con las maletas, y mi madre siguiéndole deprisa hacia el tren conmigo de la mano. Y yo, con una mano en la de mi madre y la otra sujetando la botella de La Casera, sorteando viajeros, visitadores, guardafrenos, jefes de estación, trenes de maletas… Entre el vapor de las máquinas, el quejido de los frenos y relojes verdes a toda velocidad.
Cámara Lenta
Yo inventé la cámara lenta. Y la inventé en la estación de Atocha, cuando aquella maldita botella de La Casera, como si no quisiera seguir el viaje, se me escapó de la mano. Lentamente, muy muy despacio, se estrelló contra el suelo. Lentamente se hizo añicos y lentamente los trocitos de cristal, las burbujas que salpicaban la nariz volaron por toda la estación.
Y se hizo un silencio como nunca he oído. Todo quedó congelado: el vapor de las máquinas suspendido en el aire como si fuera sólido, el chirrido de los frenos, los gritos de los mozos, el olor a carbón. Todo se congeló y las tres mil doscientas personas que estaban en Atocha a las once y veintiocho de aquella fatídica noche volvieron sus miradas hacia mí entre cansadas y burlescas.
Yo me quedé mirando al suelo, rojo como el carbón en la caldera de las máquinas. Así habría estado la Eternidad de la que me sacó mi madre con un tirón de la mano: «¡Vamos que perdemos el tren!».
Nunca más volví a beber casera.
Le asesté un golpe firme, sólido, en la nuca con la maza de la carne. Quería matarle y así fue. No me arrepiento. No cabía otra opción: o él o mi Mari Tere; y no había dudas.
Read more →¿Te ha pasado alguna vez que estás hablando con alguien y te das cuenta de que no te está escuchando?. ¿De que solo espera a que termines para soltarte su opinión que, por supuesto, es la única válida y verdadera?. ¿De que por más que le presentes argumentos, datos o evidencias, sigue aferrado a su tesis como una lapa y no admite que pueda estar equivocado?. Seguro que sí, porque el mundo está lleno de personas así.
Personas que creen que saben más que nadie, que tienen la razón absoluta y que no necesitan escuchar a los demás. Personas que confunden la terquedad con la firmeza, la ignorancia con la sabiduría y la arrogancia con la confianza. Estas personas son muy divertidas, porque se meten en discusiones absurdas y sin sentido, defendiendo cosas que no tienen ni pies ni cabeza. Por ejemplo, hay gente que cree que la Tierra es plana, que las vacunas son un invento del diablo, que el cambio climático es una mentira o que los extraterrestres nos controlan desde el espacio.
Estas personas no aceptan ninguna prueba científica o lógica que contradiga sus creencias, y se enfadan si alguien les lleva la contraria. Se creen más listos que los expertos, los científicos o los periodistas, y se basan en fuentes poco fiables, como vídeos de YouTube, blogs conspiranoicos o cadenas de WhatsApp. Lo mejor que se puede hacer con ellas es no discutir porque es una pérdida de tiempo y energía. No van a cambiar de opinión aunque el mismo Dios les enseñe una tierra esférica, solo conseguirás frustrarte y enfadarte.
Lo mejor es dejarles hablar, asentir con la cabeza y cambiar de tema lo antes posible. O mejor aún, evitar hablar con ellas directamente. Así te ahorrarás muchos dolores de cabeza y podrás dedicar tu tiempo a cosas más productivas e interesantes. Como por ejemplo, leer textos humorísticos.
La historia del ferrocarril en Extremadura contiene hitos destacados, aunque su presente refleje el fracaso de una pésima gestion. Uno de esos momentos estelares para la región se remonta al 20 de septiembre de 1863. Ese día la estación de Badajoz recibió el primer convoy de la región y a ella llegó también el primero internacional de España, que procedía de Lisboa.
Read more →Cada pueblo que conforma la historia de Extremadura armoniza la personalidad de una región con una sabiduría popular producto de las creencias de íberos, celtas, vetones, lusitanos, tartésicos, romanos, visigodos y árabes.
Read more →Así fue como Trujillo se convirtió en la primera capital de España
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