Mi voz… sin salida, rendida, adormecida, quedó vacía de letras.
Seca y muda, cual temblor de la rama que lucha contra las ráfagas de otoño.
Sola y perdida.
Sin eco alguno, se deshace en el agua como un papel en blanco.
Diluida… falsa nieve abatida, derrama su mutismo estático como ave que no vuela, vencida en su canto.
Apenas un latido, callado grito abortado.
Tan sólo… un hilo fino (vital, escuálido y rebelde) permanece horadando la piedra del silencio, trascendiendo impasible, los espacios de mi aliento… apenas inaudible.
Octubre 2024
Nota de la redacción: María Prieto Sánchez, se inspiró en esa foto de pepografo para escribir el poema publicado en su cuenta de instagram https://www.instagram.com/mariaprietosan?igsh=c255ZWV3aGJqMHNk, yo, más contento que unas pascuas lo reproduzco aquí.
Hace tiempo que vengo observando como a las puestas de sol acuden miles de personas, que embobadas, miran el horizonte por donde se pone la estrella, y con el último rayo de luz, rompen en fervorosos aplausos, incluso piden bises, sin que hasta el momento, que se sepa, el sol haya repetido su puesta, por más peticiones que se produzcan. Se ve, que el sol no entiende de horas extras.
Intentando remediar la pereza solar, dejo aquí unos cuantos ocasos para los muy cafeteros.
Los trampantojos de Romangordo, en la provincia de Cáceres, representan una innovadora iniciativa de arte urbano que ha transformado a esta pequeña localidad en un museo al aire libre. Con una comunidad de aproximadamente 300 habitantes, Romangordo se ha convertido en un destino turístico gracias a sus impresionantes murales y trampantojos, atrayendo visitantes de todo el país y del extranjero.
Las picotas, también conocidas como rollos de la justicia o rollos de la ley, eran instrumentos de señalización y control social que las autoridades usaban en Europa durante la Edad Media y la Edad Moderna. A lo largo de la historia, estos símbolos de poder y justicia adoptaron diversas formas y funciones, cambiando su significado y la manera en que las distintas sociedades los empleaban.
Orígenes y funciones iniciales
La picota tiene sus orígenes en la antigua Roma, donde las autoridades colocaban estructuras similares para señalar la presencia de poder judicial o gubernamental. Sin embargo, el uso de la picota tal como se conocía en la Edad Media comenzó en los siglos XI y XII, coincidiendo con el auge de los sistemas feudales en Europa. En aquellos tiempos, las picotas consistían en postes o columnas que se erigían en lugares públicos, como plazas de mercado, cruces de caminos y entradas a las ciudades, para señalar la autoridad legal.
Además de cumplir una función simbólica, las autoridades empleaban las picotas como herramienta de castigo y humillación pública. De esta manera, la picota se asociaba con la justicia y marcaba el lugar donde las autoridades ejecutaban las penas o hacían públicas las decisiones judiciales.
Evolución de las picotas: un símbolo de poder y justicia
Con el tiempo, los monarcas, señores feudales y otras autoridades locales adoptaron las picotas como símbolo de su poder y soberanía. Las picotas imponían el orden y reflejaban la jerarquía en las sociedades medievales, donde la ley emanaba directamente de la autoridad suprema, ya fuera el rey, el noble o la iglesia.
Además de su función simbólica, las autoridades utilizaban las picotas para castigar públicamente a los delincuentes. Los castigos incluían el tormento físico, la exposición pública, la flagelación o la pena de muerte. En estos lugares, las autoridades exponían a los delincuentes al escarnio público, con el fin de advertir a la población sobre las consecuencias de infringir la ley.
La picota como símbolo de la justicia
picota de Santa Marta de Magasca, Cáceres
En muchas ciudades medievales y modernas, la picota ocupaba el centro de la vida judicial. Los tribunales locales o las autoridades judiciales reunían a los acusados y testigos en su base para dictar sentencias. Esta estructura, frecuentemente acompañada de una campana o campanario, anunciaba las horas y decisiones judiciales, dando a las comunidades la sensación de que las autoridades aplicaban la ley de manera firme.
Las autoridades también imponían penas judiciales a través de la humillación pública mediante las picotas. Colocaban a los infractores de la ley en la picota, donde el público los sometía a burlas, insultos e incluso agresiones físicas. Este espectáculo público buscaba disuadir a otros, recordando a la población la existencia de un sistema judicial severo y punitivo.
La picota en España y en Extremadura
Rollo de la justicia de Trujillo, Cáceres
En España, la picota se convirtió en un elemento central en la administración de la justicia desde la Edad Media hasta el siglo XIX. Durante la Edad Media, las autoridades colocaban las picotas en lugares estratégicos de las ciudades, como en las plazas principales, donde la gente se congregaba para escuchar los anuncios de las autoridades locales. Además de su función punitiva, la picota en España representaba claramente el poder del rey y de los tribunales eclesiásticos, que muchas veces superaban en autoridad a los tribunales seculares.
En la región de Extremadura, estas estructuras también alcanzaron un notable simbolismo. Ejemplares de picotas históricas aún se conservan en varios municipios extremeños, como en el caso de Garrovillas de Alconétar, Plasencia y Trujillo. Allí, las picotas no solo funcionaban como centro de la justicia local, sino que también simbolizaban el poder feudal de los señores de la zona. La picota en Garrovillas, por ejemplo, destaca por su estilo gótico y gran altura, siendo uno de los ejemplos mejor conservados de España. Estas estructuras, aún visibles en la actualidad, conservan la memoria de cómo se imponía la ley en las pequeñas poblaciones de Extremadura.
En el siglo XVI, con el auge del sistema judicial centralizado en el Imperio Español, las picotas se asociaron estrechamente con las cortes reales y con el derecho divino. En este periodo, las picotas comenzaron a tener decoraciones arquitectónicas más elaboradas, subrayando su importancia simbólica como emblema de la justicia real. La Santa Inquisición también utilizaba las picotas para aplicar la justicia eclesiástica a los herejes y a quienes violaban las normas religiosas.
La picota en la Edad Moderna
A medida que avanzaba la Edad Moderna, las autoridades dejaron de usar las picotas como instrumentos de castigo físico directo, pero mantenían su función simbólica en representación de la justicia. Durante el Renacimiento y la Edad Moderna, la picota fue gradualmente reemplazada por otros métodos de control social, aunque continuó siendo parte relevante de la cultura jurídica popular.
Picota de Casas de don Antonio, Cáceres
En muchos países europeos, las picotas se mantenían en pie como recordatorios visibles de la ley y el orden. Sin embargo, en las ciudades más grandes, donde se fortalecía la administración centralizada, las picotas pasaron a representar de manera más abstracta la autoridad judicial. En algunos casos, las autoridades utilizaron las picotas únicamente para leer sentencias y juicios en público, ya no como un lugar para castigar o exponer a los delincuentes.
Declive y desaparición de la picota
Con el paso de los siglos, el uso de la picota comenzó a declinar, especialmente durante los siglos XVIII y XIX, cuando las ideas ilustradas sobre los derechos humanos y el castigo influyeron en el pensamiento europeo. A medida que las ciudades crecían y se modernizaban, el sistema judicial se institucionalizó de manera más formal, y la picota perdió gran parte de su relevancia.
En España, por ejemplo, la picota desapareció como símbolo de la justicia a lo largo del siglo XIX, mientras el sistema judicial se reformaba con leyes como la Constitución de Cádiz de 1812, que promovía una justicia más moderna y menos vinculada a prácticas medievales. Sin embargo, algunos pueblos y ciudades más pequeños, como los de Extremadura, mantuvieron sus picotas como vestigios de una época pasada.
Legado cultural y simbólico
Aunque las autoridades ya no utilizan las picotas como instrumentos de justicia, su legado permanece en la cultura popular y en la simbología de la justicia. Hoy en día, las picotas que algunas ciudades y pueblos europeos aún conservan se preservan como monumentos históricos, recordando el pasado judicial y social de esas comunidades.
En muchos lugares, el término «picota» ha pasado a ser sinónimo de exposición pública y de castigo, y su imagen sigue simbolizando la autoridad. Actualmente, algunas ciudades conservan réplicas de picotas en plazas públicas o museos, lo que permite a las nuevas generaciones comprender cómo se ejercía la justicia en tiempos pasados.
Conclusión
Las picotas o rollos de la justicia, que alguna vez representaron poder, control y castigo público, ahora quedan solo como recuerdos de un sistema judicial que ha evolucionado a lo largo de los siglos. Sin embargo, su historia refleja la profunda relación entre el poder, la ley y la sociedad en el pasado, y ofrece una ventana para entender cómo las sociedades medievales y modernas gestionaban el orden y la justicia en sus comunidades.
Extremadura es arte y ejemplo. Vetones, romanos, visigodos, musulmanes… dejaron su impronta en construcciones y, muchas de ellas, perduran en el tiempo y constituyen un reflejo de ese pasado esplendoroso que conforma el perfil de una región cuyo patrimonio la hace poseedora de innumerables títulos nacionales e internacionales.
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El Acueducto de las Herrerías, ubicado en Campillo de Deleitosa, Cáceres, es una obra hidráulica que data probablemente del siglo XVII, aunque algunos indicios apuntan a que sus orígenes podrían remontarse al siglo XV.
Paseando por Trujillo, me encontré esta calle que me hizo buscar la historia del último verdugo español y que amablemente, y gratis te dejo aquí
Antonio López Sierra, nacido en Badajoz, Extremadura, fue el último verdugo en España. Su vida y carrera están marcadas por las complejidades y controversias de su oficio, especialmente durante los últimos años del régimen franquista. López Sierra asumió el papel de verdugo en una época en la que la pena de muerte aún era una práctica legal en el país, y su trabajo consistía en llevar a cabo ejecuciones ordenadas por el estado.
Uno de los casos más notorios en los que estuvo involucrado fue la ejecución de Salvador Puig Antich en 1974, un joven anarquista catalán cuya muerte generó una gran controversia y protestas tanto dentro como fuera de España. Este evento se convirtió en un símbolo de la represión del régimen franquista y dejó una marca indeleble en la historia del país.
López Sierra provenía de una familia humilde y aceptó el trabajo de verdugo como una forma de sustento económico. A pesar de la naturaleza de su trabajo, que lo colocaba en una posición de aislamiento social, desempeñó su papel con un sentido de deber y profesionalismo. Su historia refleja las difíciles circunstancias sociales y económicas de la época, así como las tensiones políticas y morales que rodeaban la práctica de la pena de muerte.
Después de la abolición de la pena de muerte en España en 1978, López Sierra se retiró y vivió el resto de su vida en relativa oscuridad. Su figura ha sido objeto de numerosos estudios y relatos históricos, que buscan entender mejor el papel de los verdugos en la sociedad y las implicaciones éticas de su trabajo.
El puente de San Alejandro de El Puerto de Santa María, una estructura histórica con 170 años de antigüedad, seguirá prestando servicio tras su reciente rehabilitación. Este puente, que originalmente formó parte de la primera línea ferroviaria de Andalucía, ha sido restaurado y reubicado para su uso peatonal y cicloturista¹².
Medinaceli es un municipio de la provincia de Soria, en la comunidad autónoma de Castilla y León, España. Con una población de aproximadamente 679 habitantes, esta villa destaca por su rica historia y su impresionante patrimonio cultural.
Extremadura no tiene mar, pero cuenta con 1.500 kilómetros de costa, eso sí, de costa de agua dulce. 2 grandes ríos, Tajo, Guadiana y afluentes del Guadalquivir, bañan la región extremeña convirtiéndola en el lugar ideal para los deportes acuáticos y para disfrutar de sus playas con banderas azules.
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