Era febrero de 1994 y quedaban algunos meses para que el entonces príncipe de Asturias, ahora rey Felipe VI, inaugurará el última tramo de la autovía de Extremadura [noviembre de 1995], una vía rápida que uniría Badajoz con Madrid y situaría a Extremadura en el mapa de las grandes líneas de comunicación de España.
El caso Koldo es una de esas historias que te hacen reír y llorar al mismo tiempo.
Se trata de una trama de corrupción que involucra a un exasesor del exministro Ábalos, a unos empresarios sin escrúpulos y a unas mascarillas que valían más que el oro.
A pesar que he prometido regalar rosquillas a todos los visitantes de la expo, y en previsión que no haya suficientes o que, lo más probable no vayas, aquí te dejo el catálogo. Si te apetece dime si te gusta, y si no, dímelo también
El parque natural de Cornalvo es un espacio natural protegido situado en la provincia de Badajoz, Extremadura. Está declarado parque natural en 2004, pero ya desde 1991 era una Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA). 1
La encina Terrona es un árbol muy especial que se encuentra en la provincia de Cáceres, en Extremadura. Es una encina, una especie de roble que tiene hojas perennes y produce bellotas. Se cree que tiene unos 800 años de edad y es la encina más grande de la península ibérica y quizás de Europa¹. Tiene un tronco enorme que se divide en tres ramas principales y una copa muy amplia y frondosa. Su altura es de 16,50 metros y el diámetro de su copa es de 28 metros¹. Es un símbolo de la comarca de Montánchez y Tamuja y de toda Extremadura.
La encina terrona está situada en la finca La Dehesa, cerca del antiguo camino real que pasaba por el Cordel de la Cumbre¹. Por ese camino, cabalgaron los caballeros de la Orden de Santiago hacia la reconquista de Montánchez³. La encina terrona ha sido testigo de muchos acontecimientos históricos y culturales de la zona. También ha sido una fuente de recursos económicos, ya que se le ha podado durante siglos para aprovechar su madera y sus bellotas¹.
Daños
La encina terrona ha sufrido algunos daños a lo largo de su vida. En noviembre de 1997, perdió una gran rama por una tormenta¹. En diciembre de 2008, se le colocaron 15 muletas para sostener su estructura y evitar su caída². Es el primer árbol monumental al que se le dedicó un sello en España².
La encina terrona es un árbol singular que merece ser visitado y admirado. Si quieres saber más sobre ella, puedes consultar los siguientes enlaces:
Origen: Conversación con Bing, 1/11/2023 (1) Encina la Terrona – Wikipedia, la enciclopedia libre. https://es.wikipedia.org/wiki/Encina_La_Terrona. (2) La encina Terrona | Adismonta. https://www.adismonta.com/comarca/recursos/la-encina-terrona. (3) La Terrona, la encina más grande y vieja del mundo. https://www.floresyplantas.net/la-terrona-la-encina-mas-grande-y-vieja-del-mundo/. (4) Encina la Terrona – Wikipedia, la enciclopedia libre. https://es.wikipedia.org/wiki/Encina_La_Terrona. (5) La Terrona, la encina más grande y vieja del mundo. https://www.floresyplantas.net/la-terrona-la-encina-mas-grande-y-vieja-del-mundo/. (6) La encina Terrona | Adismonta. https://www.adismonta.com/comarca/recursos/la-encina-terrona. (7) ENCINA LA TERRONA: Árbol Singular de Extremadura, declarado el 13 de …. https://www.zarzademontanchez.cash-vintage.com/2016/02/encina-la-terrona-arbol-singular-de.html.
Grazalema es un pintoresco pueblo ubicado en la provincia de Cádiz, en la comunidad autónoma de Andalucía, España. Rodeado por las montañas de la Sierra de Grazalema, este encantador rincón es conocido por su belleza natural y su rica historia.
El pueblo se encuentra en un entorno montañoso de una gran biodiversidad, declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO en 1977. La zona es famosa por sus abundantes precipitaciones, lo que contribuye a una exuberante vegetación y a la presencia de ríos y arroyos que fluyen por todo el territorio. Los amantes de la naturaleza encuentran aquí un paraíso para practicar senderismo, observación de aves y actividades al aire libre.
Grazalema se caracteriza por su arquitectura tradicional andaluza, con calles empedradas, casas blancas encaladas y balcones adornados con flores coloridas. La plaza principal es un punto de encuentro donde los lugareños y visitantes disfrutan de la auténtica gastronomía local en los restaurantes y bares cercanos.
El pueblo también es famoso por su industria textil, especialmente por la fabricación de mantas y prendas de lana. Esta tradición se remonta siglos atrás y sigue siendo una parte importante de la economía local.
Uno de los atractivos turísticos más destacados de Grazalema es el Puerto de las Palomas, un mirador natural desde donde se puede admirar la impresionante belleza de los alrededores. También hay numerosas rutas de senderismo que llevan a cascadas, cuevas y miradores panorámicos que ofrecen vistas espectaculares de los paisajes montañosos.
En resumen, Grazalema es un tesoro escondido en la provincia de Cádiz que combina la magia de un pueblo blanco andaluz con la majestuosidad de la Sierra de Grazalema. Su riqueza natural, su arquitectura tradicional y su historia cautivan a quienes tienen la suerte de visitarlo, convirtiéndolo en un destino único en España.
Hace unos días me perdí por esos campos, no le hagas caso al navegador, por lo menos al mío, di con una finca que resultó ser todo un descubrimiento. Busqué en la web y ahí dejo lo encontrado para solaz del que lo lea.
Posted by Antonio Alviz Serrano | Feb 20, 2014 | Cultura, Desde el torreoncillo, Destacadas, Historia, Todas | 0 Pocos, muy pocos hasta la fecha, han sido los que han indagado y se han lanzado a adentrarse en el pasado y narrar la historia de Torrejoncillo. De entre esos escasos abnegados, arriesgados y aventureros analistas ninguno ha olvidado incluir en los principios de su relato a las célebres cabritas del Encinejo. Ni a las cinco cabritas, ni a la cabeza sin cuerpo de otra, ni al jinete o guerrero a caballo, representaciones pequeñas todas ellas, fundidas en bronce y descubiertas de forma casual en los principios de los años treinta del ya pasado y aún cercano siglo XX.
Desde este torreoncillo, desde donde pretendemos dejar escapar ráfagas dispersas de temas pretéritos de nuestra localidad, no podemos de ningún modo silenciar la existencia y presencia de ese pequeño tesoro, hoy conservado y a la vista de todos en el Museo Provincial de Cáceres.
Los estudiosos del tema coinciden en que las simpáticas estatuillas son exvotos prerromanos, ofrendas que nuestros antepasados los vetones hacían a sus dioses. Dicen que el pueblo vetón estaba afincado en una amplia zona comprendida entre el río Duero y un poco al sur del Tajo, en la parte occidental de la península. En esa zona nació Torrejoncillo y, que yo sepa, de ahí no se ha movido. Eran los vetones, según los historiadores romanos, un pueblo eminentemente ganadero pero poseedor a la vez de buena técnica en la talla de la piedra (los verracos y toros de piedra así lo demuestran), en la cerámica y en la fundición de hierro y de bronce.
Como sus vecinos, vaceos, carpetanos y otros, eran también gentes guerreras, destacando en esta función sus veloces caballos, predecesores de los hoy renombrados caballos lusitanos. Lo de las cabras, caballo y jinete del Encinejo puede tener ahí, en la ganadería, el bronce y la guerra, su justificación. En el libro “Torrejoncillo, el arte en su parroquia y ermitas” el profesor García Mogollón afirma que estos exvotos “están realizados toscamente por el sistema de fundición “a la cera perdida”, aunque en alguna (de las cabras) se observen ciertos rasgos ejecutados de forma más realista y detallista, como el pelo o la barba”.
El hecho de haberlos encontrado dentro de una olla con monedas romanas hace pensar que el lugar donde aparecieron fuera más bien un asentamiento romano que un castro vetón, pero lo lógico es que no hubieran llegado allí desde muy lejos y, por supuesto, lo de la presencia romana en las tierras del Encín está fuera de toda duda. A ver cuando se inicia una investigación en toda regla. Todo hace pensar a los historiadores que las ofrendas o exvotos vetones iban dirigidos a la diosa Ataecina, diosa de la noche, diosa protectora de un montón de cosas, salvadora de los infiernos y recolectora por ello de un sinfín de ritos funerarios y de una serie de cultos, a los que precisamente estaba ligada la presencia de la cabra. Otra vez la cabra. Algunos antropólogos, basándose en la posterior cristianización de mitos paganos, han querido ver en Ataecina el precedente de la Virgen María. Ni entro ni salgo. Me parece un exceso de visión, pero… doctores tiene la Iglesia. Lo que sí considero una idea descabellada es la de quien, siguiendo el supuesto paralelismo entre Ataecina y María, ha llegado a escribir que el jinete y el caballo del tesoro del Encinejo podrían ser considerados precursores de la Encamisá. Curioso e interesante será siempre cualquier estudio serio sobre nuestras figurillas vetonas, aún dentro de la vasija romana. Yo poco más puedo decir, salvo ampliar lo ya expuesto y arriesgarme a entrar en dominios de la fantasía y la imaginación dando a conocer textos y opiniones poco fiables a mi entender. Lo que sí puedo añadir es la narración de cuándo y cómo fueron encontradas y lo que sucedió tras su hallazgo. Esto ya no son hipótesis ni conjeturas, es pura realidad, o, al menos, así consta en una serie de papeles sueltos incluidos en el legajo nº 259 del Archivo Municipal de Torrejoncillo. Sé que ya fueron publicados algunos fragmentos de ellos en una de las revistas del Telar pero no debo prescindir de relatar los hechos a quienes no estén informados. Tengo ante mí copia del acta instruida por el Comandante de Puesto de la Guardia Civil de Torrejoncillo de fecha 14 de diciembre de 1932. En ella se refleja que “en los trabajos que se efectúan para la construcción de un camino vecinal de este pueblo a Riolobos se habían encontrado monedas y objetos antiguos”.
El acta da cuenta de la visita efectuada por el Comandante de Puesto y un número de ese Cuerpo al capataz de la obra, D. José Bermejo, natural de Cañaveral, y domiciliado en Torrejoncillo en la calle Libertad, quien informa que “…hallándose varios obreros el día veintiséis de noviembre último dedicados a sacar tierra para la construcción de un camino en el sitio conocido por arroyo del Encín, frente al Encinejo, enclavado en el término de Torrejoncillo, se encontró el obrero Heliodoro Testón dos objetos y transcurridos diez u once días se encontraron en el mismo sitio los obreros Pedro Bermejo, Taciano Cabello y Leandro Sánchez otros objetos y algunas monedas…” Añade el capataz que había guardado, para entregar a la autoridad, lo recogido en el segundo hallazgo pero que no podía hacer lo mismo con lo del primero porque el obrero que encontró dichos objetos “se los había vendido a su convecino Elías Valle, encuentro este que el dicente ignoraba”. El capataz presenta las cabritas de bronce encontradas, todas con algún defecto físico, la cabeza de otra y “nueve monedas, una de tres centímetros de diámetro con una inscripción que dice “Venus”, y otras ilegibles, con un busto por una cara y en la otra una mujer sentada, y las ocho restantes más pequeñas, con diferentes bustos y leyendas ilegibles, más cinco trozos de metal de dos o tres centímetros” La pareja de civiles se dirige a continuación a la calle Galán y García Hernández, al domicilio de D. Elías López Valle. Éste manifiesta que “hace diez o doce días le brindó su convecino Heliodoro Testón con dos objetos que dijo se había encontrado y él, entonces, por hacerle un favor, puesto que estaba escaso de dinero, le dio diez pesetas por dichas figuras, más bien en concepto de limosna pues ignora el dicente si tienen valor o no “. Sorprende bastante esa “generosidad” y un poco la tardanza de una semana, más o menos, en entregar el capataz a las autoridades lo descubierto. Afortunadamente todo el tesorillo fue recuperado al ser incautado, entregado al Sr. Alcalde y posteriormente remitido al Gobierno Civil de la provincia debidamente custodiado por la Guardia Civil, en prevención de que las cabritas, el jinete y el caballo pudieran escaparse. Ya era difícil que lo hicieran, pero pienso que, sin la intervención de la Benemérita, a punto estuvieron de conseguirlo. Ya se sabe, los caballos, a veces se espantan, y las cabras … siempre tiran al monte. Antonio Alviz Serrano
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