Para reir

06Abr

El tamaño sí importa

In Para reir by Pepógrafo / 06/04/2025 / 3 Comments

* Este post es políticamente incorrecto. No lo deje al alcance de los niños y no intente reproducirlo en casa.

Hay sociedades muy preparadas y otras menos. Esa frase con tintes racistas podría ser atribuible a cualquier seguidor de Hitler, Mussolini o el mismísimo Julio César. Pero no, yo le he comprobado en mis carnes, más concretamente en mi boca.

Dos paracetamoles en mi mano.

¿Y dónde podemos ver esa superioridad?. La pregunta tiene una respuesta sencilla e irrebatible: la superioridad se ve en la ingesta de pastillas a mano.

Viendo cualquier película norteamericana podemos encontrarnos con la escena en la que el protagonista abre el armarito de las medicinas; coge el bote de pastillas; vierte una cantidad salvaje de ellas en la palma de su mano y, con ella abierta y gesto veloz, se las lleva a la boca y se las traga. El efecto del medicamento suele ser inmediato y sanador.

Mini pastilla.

Pues bien, pensé: si George Clooney, al que no tengo nada que envidiar, puede hacer eso, yo no voy a ser menos. 

Fui al cajón de las medicinas, yo no tengo armarito. Rebusqué entre las cajas vacías, los prospectos arrugados y las tiritas que no pegan. Cogí un par de paracetamoles, los deposité en la palma de mi mano y, con el mismo gesto de Clooney, me los lleve a la boca. Resultado: me rompí la funda del paleto, me atraganté que casi me asfixio y los paracetamoles acabaron en el techo del cuarto de baño.

Tras el accidente, estudiando lo datos de las cajas negras, salieron a la luz cuestiones que lo explicaba todo. Primero: el tamaño sí importa, como puede verse en las fotografías. Segunda: hay sociedades que nos llevan años de ventaja practicando la ingesta de pastillas a mano son las preparadas.

04Abr

La economía del lenguaje, el arte de decir mucho hablando poco

In Para reir by Pepógrafo / 04/04/2025 / 3 Comments

Unos de los principios que rigen la comunicación es el de la economía del lenguaje. Se sabe que la pereza mueve el mundo o, mejor dicho, no lo mueve. Tendemos a hacer lo menos posible para obtener los mejores resultados y la comunicación no es ajena a ese fenómeno. Si te preguntan cómo estás, es más práctico contestar con un «bien o te cuento», que dar una larga respuesta llena de pormenores sobre tu estado físico y mental.

Este tipo de respuestas económicas son particularmente útiles si vas al médico, al taller mecánico o a la taquilla de Renfe. Veamos ejemplos de los tres casos:

1.- En el médico

Visita al médico con economía del lenguaje:

Dígame qué le pasa, pregunta el doctor.

Pues mire usted, me duele el lóbulo de la oreja como si tuviera clavado un alfiler, respondo.

Doctor: ¿Ha probado usted a quitarse el alfiler que tiene clavado en el lóbulo de la oreja?

Yo: Pues va a ser eso.

Fin de la consulta.

La misma consulta sin economía del leguaje.

Doctor: Dígame qué le pasa.

Yo: Pues verá usted. El caso es que llevo días en los que mi mujer no hace mas que decirme que tengo mala cara y la oreja como la de un toro bravo. Y le digo: «Carmen, eso son cosas tuyas que eres una aprensiva y no me dejas vivir». Y ella se va a los toros y cuando vuelve me comenta que las orejas que ha cortado Morante son igualitas a la mía y que si patatín, y que si mi pobre madre viviera me diría lo mismo, pero que como es ella, no le hago caso.

Doctor: Presente este volante para que lo ingresen en psiquiatría.

En el taller

Entras al taller, al que has pedido cita hace un mes.

Con economía del lenguaje:

Buenos días, vengo a la revisión de los 100.000 kilómetros.

Respuesta del mecánico en jefe: Muy bien, aparque ahí y le llamaremos.

Sin economía del lenguaje:

Yo: Buenos días. Le traigo el coche porque tengo un dolor en el lóbulo de la oreja como si me clavaran alfileres. Y me ha dicho Carmen, mi mujer, que le urja para que me hagan la revisión, la del coche, porque en cuanto la termine nos vamos al médico a ver que me pasa. Y yo le digo que no es nada, pero ya sabe como son las mujeres y la mía no le quiero contar…

Respuesta del mecánico en jefe:

Muy bien, aparque ahí y le llamaremos.

En Renfe

Pues vas a comprar el billete de tren, te pones en la cola. Carmen, lleva media hora comparado las orejas que le han dado a Morante de la Puebla con la mía. Llega a la taquilla y pide 2 billetes a Madrid a la hora que sea, porque «mire usted», le cuenta al impávido funcionario, «mi esposo nunca me hace caso, fíjese cómo tiene la oreja. Ahora tenemos que ir en tren porque ha dejado el coche en la revisión. El médico nos manda al Ramón y Cajal porque no le ve buena pinta. Y es lo que yo le digo ¿Por qué te has clavado un alfiler en el lóbulo de la oreja?. No tienes idea buena”.

Detrás de nosotros la cola se hace interminable, y se escuchan murmullos de desaprobación. Sobre todos ellos, una voz profunda nos grita. «¡Eh, los de la oreja!, ¿es qué no conocen el principio de economía del lenguaje?.»

03Abr

Mañana te lo cuento

In Para reir by Pepógrafo / 03/04/2025 / No Comments

La procrastinación es el arte de dejar para mañana lo que puedes hacer hoy. O pasado mañana. O la semana que viene. O nunca. Es una habilidad que muchos de nosotros dominamos a la perfección, y que nos permite disfrutar de la vida sin preocuparnos por las obligaciones, los plazos o las consecuencias. ¿Para qué hacer algo ahora si podemos hacerlo más tarde? ¿O mejor aún, si podemos evitarlo por completo?

La procrastinación tiene muchas ventajas. Por ejemplo, nos ahorra tiempo y esfuerzo, ya que no tenemos que dedicarnos a tareas aburridas, difíciles o desagradables. Nos permite dedicarnos a lo que realmente nos gusta, como ver series, jugar a videojuegos o dormir la siesta. Nos ayuda a ser más creativos, ya que buscamos excusas ingeniosas para justificar nuestra falta de acción. Y nos hace más felices, ya que evitamos el estrés, la ansiedad y la frustración que supone enfrentarnos a nuestros problemas.

Pero la procrastinación también tiene algunos inconvenientes. Por ejemplo, nos hace perder oportunidades, ya que dejamos pasar el momento adecuado para hacer algo que nos podría beneficiar. Nos genera culpa, ya que sabemos que estamos incumpliendo nuestros compromisos y decepcionando a los demás. Nos reduce la autoestima, ya que nos sentimos incapaces de controlar nuestra voluntad y de alcanzar nuestras metas. Y nos crea más problemas, ya que al final tenemos que hacer las cosas con prisas, con errores o con malas consecuencias.

Así que la próxima vez que te sientas tentado a procrastinar, piensa bien si vale la pena. Tal vez podrías hacer un pequeño esfuerzo y empezar a hacer lo que tienes que hacer. O tal vez podrías seguir procrastinando y disfrutar del momento. Al fin y al cabo, mañana será otro día. O pasado mañana. O la semana que viene. O nunca.

26Mar

Dos niños y un fusil

In Para reir by Pepógrafo / 26/03/2025 / 5 Comments

Dos niños y un fusil. (Fotograma de la película Babel)


Describir lo innecesario.
Describir una imagen puede ser un ejercicio de decir lo mismo, una afirmación obvia, vacía o redundante. Una enorme tautología.

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19Mar

El cuento del señor Cero, o lo que hay que inventar para dormir a un niño

In Para reir by Pepógrafo / 19/03/2025 / No Comments

Hace años, cuando para dormir a mis hijos había que contarles un cuento, me inventé algunos.

Cansado de repetir el viaje de Caperucita por el bosque, harto el pobre lobo de comerse abuelas, hasta las narices, mis hijos y yo, de miel y queso, nació el cuento del señor Cero.

Sin pretenderlo, cree un cuento didáctico, matemático, con moraleja y tan extenso como el insomnio de los niños requiriese. Me creo inventor del cuento acordeón.

De este tipo de narración acordeón hubo un precedente años antes. En un viaje en coche con mis sobrinos, para entretenerlos durante 500 kilómetros, les conté las peripecias de una piedra pómez, que fue peregrinando hasta Santiago de Compostela. A la piedra le paso de todo; a mis sobrinos, les entró la modorra y el conductor del coche casi se duerme con la narración. Pero no sucedió nada. Los 500 kilómetros pasaron volando, la piedra pómez llegó a Santiago, el conductor no se durmió y yo acababa de crear el cuento acordeón, on the road en su versión inglesa: largo como un día sin pan y sin fin como la idiotez.

Y ahora voy a contar el cuento del señor Cero.

Vaya por delante que este cuento mejoraría notablemente con ilustraciones. Pero, mi incapacidad de hacer la o con un canuto, añadida al lamentable estado de mis finanzas para contratar al artista, lo impiden. Eso sí, si algún generoso creador lo hace gratis, le prometo participación en los pingües beneficios que, sin duda, reportará la obra acordeón.

El cuento

El señor Cero dirigía un carrito de helados, justo en frente de la fábrica de números primos. Siempre estaba enfurruñado. Era un cero malhumorado y triste; un cero a la izquierda.

En esto llegó el señor Uno: «Buenos días señor Cero, un helado de limón”. Cero, sin mediar palabra, le dio el helado y a otra cosa. Y el Uno se sentó en el banco de comer helados.

Al rato vino el señor Dos: «Buenos días señor Cero, un helado de fresa«. Cero, sin mediar palabra, le dio el helado y a otra cosa. Y el Dos se sentó el en banco de comer helados.

El turno del señor Tres: “Buenos días señor Cero, un helado de nata». Cero, sin mediar palabra, le dio el helado y a otra cosa. Y el Tres se sentó el en banco de comer helados.

Uno tras otro, los números pasaban por el carro del señor Cero y, uno tras otro, se llevaban su helado y el enfurruñamiento del Cero.

En el banco de comer helados, los números se preguntaban el porqué del cabreo permanente del heladero. Entre churretes de helado llegaron a la conclusión que el Cero se veía a sí mismo como alguien inútil, sin valor y de ahí su enfado. Y el Uno, que por algo lo era, propuso la solución.
«Poneos uno de tras de otro», le dijo a sus colegas. La fila resultante fue 123456789.

Llamaron al Cero enfadado y le dijeron: «Señor Cero, póngase el último en la fila». El Cero se dejó caer rodando hasta el final y se puso tras el nueve.

Con él en la fila la cifra pasó del millón al billón.
Cero se quedó de piedra, todo lo de piedra, que puede quedarse un cero. Y se dio cuenta de lo importante que podía ser.

Tan contento se puso, que invitó a los nueve números a todos los helados que pudieran comerse.

Moraleja

Si quieres helados gratis, pon un cero tras de ti.

17Mar

Homenaje de jubilación, te lo dan para que no vuelvas

In Para reir by Pepógrafo / 17/03/2025 / No Comments

Conforme pasan los años, las fiestas a las que acudes van cambiando de signo y de ir a bautizos, incluido el tuyo, pasas a ir a homenajes a jubilados, incluido el tuyo; eso sí dejándote por el camino una pasta gansa y un hígado en estado de ruina.

La mayor parte de esas celebraciones son hitos en el camino, pasos adelante en tu vida: bautizos, comuniones, confirmaciones, bodas… hasta que al fin llega el funeral, única fiesta en la que el protagonista no se entera de nada.

Claro, el paso previo al funeral es la jubilación. Mi amigo Paco dice que soy un pesimista, que la jubilación es júbilo, no antesala del fiambre. Su cara no muestra mucho convencimiento y recuerda que, alguno de sus conocidos, la palmó antes de poder gastarse el cheque de viaje del Corte Inglés, regalo jubiloso de sus compañeros.

5 Euros

La fiesta de jubilación suele ser un acto al que todo el mundo aspira, pero que se ve lejano, hasta que un día te ves rodeado de caras sonrientes que festejan con alborozo el reloj que te acaban de regalar, que entre 50 que son caben a 5 euros por barba. Vamos que no se arruina nadie.

No todo el jubilado «sufre» ese tipo de homenajes. Los hay que se despiden con un apretón de manos y pagando el café. Otros, simplemente, desaparecen sin dejar rastro y sin que nadie pregunte por él. Pero lo común es que se monte la fiesta.

El proceso empieza meses antes cuando Antúnez le dice a Rosa: «Oye, el sábado se jubila Moreno. Habrá que hacerle algo. Y ahí comienza la organización, secreta, por supuesto, del acto. En la organización suelen intervenir dos personas. A saber: el que más va a perder con tu salida y el ganador de la misma.

Vaya por delante que los motivos de tus compañeros para participar en la fiesta son desde «por fin, se va el tío este» a «a ver si el que viene va a ser peor todavía». Muy cariñosos todos.

A veces, el homenajeado se convierte en bocadillo: el pan de arriba el jefe que te despide; el pan de abajo, el adjunto, que te va a sustituir, y en medio el pavo, o sea tú.

De mi fiesta de despedida sólo diré una cosa: me querían tanto que, para asegurarse que nunca volvería, me hicieron dos. Y funcionó, nunca volví.

14Mar

Este país (llamado España)

In Para reir by Pepógrafo / 14/03/2025 / No Comments

Vaya por delante que no soy chovinista, (malo si tienes que empezar pidiendo disculpas). Pero es verdad que cuando viajo al extranjero, a la semana estoy deseando comerme un bocata de chorizo.

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12Mar

Quiero ser alcalde, consejos para ganar la elecciones incluso sin celebrarlas

Esta mañana, al despertarme, he sentido la necesidad imperiosa y altruista de ser útil a mis vecinos. Las posibilidades son varias: una ONG para salvar los gorriones, dar clases de tenis para zurdos, un taller pictórico de abanicos decorados por una cara, un taller pictórico de abanicos pintados por la otra cara.

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07Mar

Temas de conversación, lo que quiera mi mujer

In Para reir by Pepógrafo / 07/03/2025 / 1 Comment

Soy de natural hablador. Me gusta la conversación sobre todo cuando estoy despierto. Las charlas con mis amigos se alargan durante horas y me producen agradables sensaciones, especialmente si en la discusión gano yo, claro.

Sin embargo, hace tiempo que vengo notando cierto aburrimiento conversacional. He reflexionado al respecto y llego a la conclusión que el problema es la repetición de las temáticas.

Años con los mismos asuntos te estancan, te adormecen y hacen que pierdas el interés por una buena polémica. Así que me impuse la obligación de buscar nuevos temas de conversación con mis amistades y, especialmente, con mi mujer. Lo de ella es más preocupante porque con tu mujer también conversas cuando estás dormido.

Buscando en la web , di con una página muy recomendable, en la que se describen hasta 60 temas de conversación. Dejo aquí unos cuantos:

.-Anécdotas de la infancia.

.-Historias de mascotas.

.-Viajes a otros continentes.

.-Hijos e hijas.

.- Trabajo.

.-Deportes.

.-Vacaciones, tecnología, amor, medicina, razas de perros… Y así hasta 60.

Repasando la lista, te das cuenta que no hace falta ser un Einstein para hablar sobre esos temas. Pero en referencia a mi esposa, sí hay una gran dificultad. Vaya por delante que mi mujer es buena conversadora y que hablamos mucho, pero también es cierto, que años de charlas te llevan a la repetición y a la languidez.

Mi mujer

Mi mujer es taurina, no aficionada, no, ¡apasionada!. Prefiero no saber si tiene que elegir entre los toros y yo (aunque lo imagino). Participa en tertulias, foros, charlas y cualquier cosa relacionada con la tauromaquia. Paga toda plataforma televisiva en la que se hable de toros. Ve las corridas en directo y luego las ve otra vez en diferido. Yo sufro mucho en ese caso porque así al torero lo cornean doblemente.

Sabido esto, y dado que otros asuntos iban bajando de interés, pensé en hablar con ella de las corridas, de toreros y hasta de monosabios, si se diera el caso; seguro que así volveríamos a tener bonitas conversaciones. Pero había un problema: hay que saber de toros, y mucho, si es para hablar con la diestra de mi esposa.

Ni corto ni perezoso, sino largo y diligente, compré una enciclopedia taurina y me la empollé durante un semestre. Para darle la sorpresa, estudiaba en el trastero al que iba con la excusa de arreglar la bicicleta.

Y llegó el gran día. En la tele transmitían la feria de San Isidro. La Doña se puso delante de la TV dispuesta a torear 6 hermosos toros de la acreditada ganadería de Vitorino Martín. Los diestros de la tierra: Talavante, Ferreras y Emilio de Justo.

Al sentarme a su lado me miró inquisidora: “¿qué haces aquí si esto no te gusta?”.

Vi la oportunidad de recobrar de un plumazo la energía perdida de nuestras conversaciones. Durante un par de minutos solté todos mis conocimientos del trastero, me brillaban los ojos con cada término taurino que salía por mi boca, parecía la puerta de chiqueros.

Mi mujer me miró asombrada: “¿Y tú de qué sabes esas cosas?”. Quise explicárselo, usé términos profesionales: negro zaino, porta gayola, corniveleto, astifino…

“Vale, luego me los cuentas que no me dejas ver la corrida”.

Y ahí terminó mi intento de abrirme a nuevas charlas.
Conclusión: forzando conversaciones, te devuelven el toro a los corrales. Con tu mujer es mejor que hables de lo que ella quiera.

05Mar

Eso a mi no me pasa. Cuando todos son tontos menos tú

Ayer me di un trompazo con la bici: mi dignidad por los suelos y la pierna en escabeche. Nada grave.

Pasado el susto, a lo que ayudó el cachondeito de mis colegas, me puse a pensar en todas las cosas que a uno no le pasan y que le pasan. Atentos:

.-Caerse de la bici: eso es de torpes, toma castañazo.

.- Que te engañe el banco: solo le pasa a los pardillos. Pues que pregunten por mi hipoteca.

.- Que te roben en casa: en la vida me han robado ni conozco a nadie que le pasara. Entraron los ladrones y sólo dejaron a la gata porque se escondió.

.- Ves en la carretera un coche averiado: piensas: «si es que no hacen mantenimiento». al rato tu flamante vehículo hace «chop, chop» y vas en grúa hasta Burgos.

.- Mi hijo no va de botellón, no prueba el alcohol: te llaman de urgencias que tienen allí a un joven que se ha bebido la destilería Dic (gente sin complejos) y que no hace más que llamar a su papá, yo.

.- Las redes sociales son una gilipollez: te metes en Facebook, Instagram, LinkedIn, Twitter, Telegram, Wassap. Vecinos y grupos de macramé. Pero eso sí, te muestras muy selectivo con tus amistades y acabas siendo amigo de 2.300 encantadoras ancianitas de las que no sabes nada.

.- Hay que ser tonto para dejarte caducar el carné: pues el carné de conducir, el DNI y hasta la ITV fuera de plazo.

Y hablando de carnés. Hace años, me saqué el de moto; yo con más de 50 años y el resto del mundo con 22. Los veía desde lo alto como si yo fuera el profe. El teórico a la primera. Consolé a alguno con palabras de ánimo no pasa nada. El práctico a la séptima. Me miraban con cara de pobre viejo no lo sacará nunca.

._ La amistad no es eterna: te cuentan que un amigo de López, uña y carne con López, le ha dejando de hablar después de 30 años. «Si es que López es un inocente, como no se ha dado cuenta que lo de su amigo era puro interés», dices tú. Pero te pones a pensar y caes que a ti te pasó lo mismo que a López.

.- Conclusión: A ti te sucede de todo, como al resto del mundo. Te caes de la bici, te roban, te tima el banco y se te olvidan los plazos. Y a veces, algún «amigo» se quita la careta y te deja colgado, así es la vida.

Lo Que Captura La Mirada background image

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