La gente y tú

La gente, ese grupo humano al que pertenecemos, pero del que siempre nos excluimos para echarle la culpa de todo. Porque, seamos sinceros, ¿quién no ha dicho alguna vez “es que la gente es tonta”? Claro, tú no. Tú eres la excepción. Tú eres el único ser racional en un mar de caos y estupidez.

La gente es la que se cuela en la fila del supermercado, la que no usa el intermitente en la rotonda y la que deja el carrito de la compra en medio del aparcamiento. Pero tú no. Tú eres un modelo de civismo y cortesía. Si todos fueran como tú, el mundo sería un lugar mejor. Pero no, ahí está la gente, arruinándolo todo.

La gente es la que llena las playas en verano, dejando un rastro de toallas, sombrillas y niños gritando. Tú, en cambio, eres un amante de la naturaleza que solo quiere disfrutar de la tranquilidad del mar. Pero claro, la gente no te deja. La gente es la que se lleva el último trozo de pizza en la fiesta, la que habla a gritos por el móvil en el transporte público y la que no recoge las cacas de su perro.

Y no hablemos de la gente en las redes sociales. Esa es otra especie. La gente en las redes sociales es la que comparte noticias falsas, la que comenta “primer” en cada publicación y la que se indigna por todo y por nada. Tú, por supuesto, eres un usuario ejemplar que solo comparte contenido de calidad y comentarios constructivos. Pero la gente, ay, la gente…

La gente es la que vota mal en las elecciones, la que no recicla y la que no entiende las señales de tráfico. La gente es la que se queja del calor en verano y del frío en invierno, la que no sabe usar el cajero automático y la que siempre tiene prisa. Pero tú no. Tú eres la excepción. Tú eres el faro de sensatez en un mundo de locura.

En resumen, la gente es la culpable de todos los males del mundo. Pero tú, querido lector, tú no eres la gente. Tú eres especial. Tú eres diferente. Tú eres… bueno, tú eres tú. Y menos mal, porque si todos fueran como la gente, estaríamos perdidos.