El arroz con leche es un postre tradicional que se prepara con arroz, leche, azúcar y canela. Suena sencillo, ¿verdad? Pues no lo es tanto. El arroz con leche tiene sus secretos, sus trucos y sus riesgos. Veamos algunos de ellos.
- El arroz. No vale cualquier arroz. Tiene que ser un arroz redondo y de grano corto, que absorba bien la leche y quede cremoso. Nada de arroz basmati, integral o salvaje. Eso es para los platos salados. Y tampoco vale el arroz precocido o el que viene en bolsitas. Eso es para los vagos.
- La leche. Tampoco vale cualquier leche. Tiene que ser una leche entera y fresca, que aporte sabor y consistencia al postre. Nada de leche desnatada, semidesnatada o vegetal. Eso es para los que están a dieta. Y tampoco vale la leche en polvo o la condensada. Eso es para los que no tienen nevera.
- El azúcar. Aquí sí que vale cualquier azúcar, siempre que sea blanco y refinado. Nada de azúcar moreno, integral o de coco. Eso es para los que quieren darle un toque exótico al postre. Y tampoco vale la miel, el sirope o el edulcorante. Eso es para los que no saben lo que es el dulce.
- La canela. Aquí hay dos opciones: ponerla en rama o en polvo. La primera opción es más elegante y aromática, pero tiene el inconveniente de que te puedes encontrar trozos de canela en la boca y eso no es muy agradable. La segunda opción es más práctica y homogénea, pero tiene el riesgo de que te pases con la cantidad y el postre te quede demasiado especiado.
Como ves, el arroz con leche no es tan fácil como parece. Requiere tiempo, paciencia y cuidado. Pero si lo haces bien, te aseguro que te quedará un postre delicioso y reconfortante. Eso sí, no te olvides de cantar la canción mientras lo preparas: “Arroz con leche me quiero casar con una señorita de San Nicolás…”.