Yeyo, tito, lelo, bueli
Ayer, entre cerveza y cerveza, mi amigo Paco, hombre de rotundas ideas y piernas rotundas, se vino arriba y despotricó contra la, para él, nefasta moda de llamar al abuelo yeyo, al tío tito y a la abuela abueli.
“Vamos, que mi sobrina me llama tito, y la mato. ¡Soy tío Francisco, coño!”. Le soltó al pobre Benedicto, quien había contando como su nieto le gritaba: ¡Yeyo, yeyo!